viernes, 25 de septiembre de 2009

Reflexiones IV

¿Porqué?

Una y otra vez esa maldita pregunta cruza mi mente... me ataca... me acosa... vuelvo a no dormir... ¿Cómo algo tan sencilo como seis letras pueden causar tanto dolor, tanta agonía? Si al menos pudiese encontrar una respuesta... solo eso, la respuesta a una de esas preguntas. Todo se me viene encima, tantas dudas, tantos problemas, tantas discusiones sin sentido. O quizás si que tienen sentido. ¿Será que no soy capaz de verlo? ¿Vivo acaso tan dentro de mi y de mi dolor que no veo el mundo como es en verdad? Tal vez sea eso, demasiado dolor, tanto que a nublado mi vivión y buen juicio; aunque quizás nunca los tuve y solo trato de justificarme a mi mismo...

No puedo más... demasiadas preguntas... demasiado dolor...demasiado... simplemente demasiado.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Ponzoña

Ponzoña que se bebe por los ojos,
dura prisión, sabrosa al pensamiento,
lazo de oro cruel, dulce tormento,
confusión de locuras y de antojos;
bellas flores mezcladas con abrojos,
manjar que al corazón trae hambriento,
daño que siempre huye el escarmiento,
minero de placer lleno de enojos;
esperanzas inciertas, engañosas,
tesoro que entre el sueño se parece,
bien que no tiene en sí más que la sombra;
inútiles riquezas trabajosas,
puerto que no se halla aunque parece;
son efectos de aquel que Amor se nombra.

domingo, 20 de septiembre de 2009

El día que te conocí

Ahora la noche ya ha cerrado
y sólo silencio hay aquí,
me pongo a recordar sentado
el día que te conocí.
Aún tengo dudas
si lo que recuerdo son momentos pasados
o días imaginados por mí,
pero de lo que estoy seguro
es de todo lo que al estar contigo sentí.
El día que te conocí
había amanecido nublado
como nublados estaban mis ojos
desde que sólo me sentí.
Ese día el frío viento había arreciado
buscando algún corazón desolado
al que con su frío aterir,
pero conmigo murió decepcionado
al no poder con mi propio frío competir.
Hojas muertas caían de ramas
también muertas sin razón
como muertas, vacías e inútiles eran
las baldías flechas que Cupido disparaba a mi corazón.
Pero ninguno de estos fríos momentos
temor alguno albergaba
aunque no esperaban el terremoto
que acabaría con ellos sin compasión.
Todo comenzó levísimo
como leve es el latido del corazón de un pajarito
que acaba a la vida despertar.
Luego fue ganando presencia
y gran luminosidad,
porque, aunque había pasado desapercibido
un rayito de luz se fue a colar
entre tantos vientos y nubarrones
a los cuales con calor acabó de despejar.
Y ahí fue donde me cegaste
cuando hiciste aparición
iluminando lo que antes estaba oculto,
lóbrego, oscuro y que apenas se habia hecho notar.
Como ser inigualablete acercaste hasta mi lugar,
y creí por un instante
que con tu preciosa miradame ibas a fulminar.
Tu pelo, aún no recuerdo de qué color
como brisa de verano
derritió mi congelado corazón
y diste hojas a las ramas vivas
y energía y utilidad a las flechas
que carentes de sentidol
levaba clavadas en el corazón.
Y los días y las noches que siguieron
marcados y anotados quedaron en mi corazón
como señalados y comprobados quedaron
cada uno de los maravillosos momentos
que te hicieron merecedora
de todo el amor que no pude dar antes
y que contigo acabé por adoración en transformar.
Y por todo esto que podrías ofrecerme
o que quizás algún día recibí
por ti sigo aguardando, paciente
recordando aquel día,el día que te conocí.